Vivimos en un tiempo de constantes avances tecnológicos y tal parece que cuando aparece una nueva tecnología, suele creerse que la anterior desaparecerá.
Lo cierto es que hace algún tiempo por poner un ejemplo, se pensó que el iPad suplantaría al Kindle aunque muchos y me incluyo, ahora tengamos los dos. Se llegó a pensar también que los E-books aniquilarían la imprenta, incluso con tan solo pensar en las cámaras que usan rollo, se aseguraría que han desaparecido por completo; y la realidad es que millones de personas alrededor del mundo siguen prefiriéndolas, porque en este mundo tan diverso siempre habrá para todos los gustos.
Entonces, ¿por qué las viejas tecnologías han sobrevivido y en muchos casos están tomando fuerza? Algunos creen que es cuestión de preferir lo conocido (como en el caso de los libros impresos), y para otros es cosa de añoranza (como las cámaras de rollo).
Y ¿qué pasa con la música? Albert Schweitzer decía que hay dos formas de refugiarse de las miserias de la vida: la música y los gatos. Si nos basamos en esta creencia, el acto de escuchar música debe de ser como él lo dijo, un refugio, una experiencia mágica que requiere tiempo, que necesita de nuestra presencia en el aquí y el ahora; es por eso que los discos se tocan, se sienten, y tienen forma ante lo etéreo e imperceptible que suele ser el presionar play en nuestro teléfono o computadora.
Escuchar música es entonces para muchos ese refugio; pero escuchar música en un vinilo es involucrarse además en un ritual sagrado. Encender el tocadiscos, sacar el vinilo del empaque, ponerlo, levantar el brazo para luego apoyar delicadamente la aguja, son cosas que definitivamente requieren tiempo y que provocan en el momento, una actitud melancólica ante la fugacidad de un presente que se escapa y se hace líquido.
Escuchar un vinilo dará siempre ese soporte analógico, que tendrá un número limitado de canciones, sin posibilidad de saltar entre una canción y otra, sin posibilidad de ser interrumpida por el sonido de una notificación, para vivir la experiencia de disfrutar las grandes obras musicales tal cual fueron pensadas, para escucharse de principio a fin.
Ahora si hablamos de sensaciones, el vinilo en comparación a otros formatos conserva un sonido más cálido, vivo y dinámico que puede percibirse en el volumen más bajo y más alto; es algo que se vuelve poético, balanceado e imperfecto al mismo tiempo.
Por otro lado quizás no hemos considerado la relevancia de las portadas de los álbumes en la música, y es que el acceso de la obra musical no es por los oídos, sino por los ojos: la portada es la primera impresión que un artista da al consumidor, haciéndote una invitación de por qué deberías escuchar el disco que tienes frente a ti.
Los diseños creados para los discos forman parte de la historia de la Cultura, artistas como Warhol, Peter Blake, Dalí o David Gray son algunos que pusieron su arte a favor de la música. Pero además miles de pintores y fotógrafos de nombres no tan conocidos han firmado portadas tan emblemáticas como las de Deep Purple, Iron Maiden o Joy Division, que son hoy por mucho grandes icónos artísticos de la cultura popular y que vieron en la amplia carátula en los vinilos la posibilidad de un sostén ideal para dejar correr la creatividad.
Por último es importante mencionar que aunque en 1994 el vinilo parecía anunciar su despedida, desde hace poco más de cinco años es una realidad que esta de vuelta. Y es que desde 1986, las ventas de los vinilos en comparación al formato CD aumentaron sorpresivamente, hoy, los vinilos representan ya el 3.7% de las ventas totales de la industria a nivel mundial, es decir; ingresos de algunos cientos de millones de dólares. Tan solo en América Latina las ventas de este formato musical fueron de casi 15 millones este año, lo que indica que pese al covid la industria siguió subiendo, razón por la que las grandes discográficas cada día apuestan más por reincorporarlo al mercado.
Es muy importante destacar la aceptación que ha tenido últimamente el Vinilo en México, ya que las disqueras están comercializando el disco de vinil no sólo como un formato musical sino como un objeto de colección; y además la industria musical y el mercado de segunda mano ofrecen multitud de opciones para que el público disponga de una versión en vinilo.
La oferta es cada vez mayor, la variedad es enorme y en nuestro país mientras las ventas del CD van disminuyendo, cada vez es más común encontrar en tiendas físicas y online gran variedad de Vinilos, lo curioso es que seis de cada 10 Vinilos vendidos son adquiridos por personas entre los 20 y 30 años de edad, algunos aseguran que se enamoraron de la colección de sus padres y amigos.
Tener un vinilo es en definitiva lo de hoy, el único formato físico que se niega a desaparecer, a más de siete décadas ya de su nacimiento.
Colaboración especial de Denisse Juárez, IG @nissejmu FB @denissejuarezescritora para Ballena Records.