Iniciamos el mes de abril en La Ballena Parlante con mucha música y les traemos la segunda y última parte del artículo que dedicamos a contarles un poco sobre la historia de nuestro reproductor de música favorito: el tocadiscos. Ese invento que revolucionó la forma en cómo escuchamos música hoy en día.
Continuando con la década de 1970, la alta fidelidad hizo grandes avances, los tocadiscos se convirtieron en instrumentos muy precisos que tenían correa de transmisión, donde utilizaron una nueva tecnología: esa correa de transmisión que se componía de una cuerda de elastómero que era responsable de girar el disco, algunos hasta se podían manejar electrónicamente y contaban con cartuchos magnéticos. Un disco de vinilo bien cuidado tendría muy poco ruido de superficie, aunque era difícil mantener los discos libres de arañazos.
Con el tiempo, la correa perdía su elasticidad, lo que resultaba en una reproducción desigual, por lo tanto, si alguien compraba este tipo de tocadiscos, después de un tiempo era necesario cambiar la correa. Algo que fue un problema también, era bloqueo de la aguja que causaba la repetición de un segmento de la canción y los separaba por un pequeño ruido, así como si el disco estuviera rayado.
El otro tipo de tocadiscos más común fue uno de accionamiento directo, que los primeros modelos de este tipo salieron a la venta a finales de los años 60. Algunos aspectos importantes de los dos tipos anteriormente no se usan en este tipo, tales como platos o cinturón. El corazón de los reproductores de discos directos es que la unidad es el propio motor, que es responsable de la velocidad. Al final, el sistema contiene menos componentes que los otros tipos lo que la hace más fiable.
Y hasta los años ochenta, la característica más sobresaliente de este tipo de reproductor es que el usuario era capaz de elegir la velocidad del motor. De este modo era posible escuchar un disco más o menos rápido. Por desgracia, esta nueva tecnología tiene sus desventajas, por ejemplo, la calidad del sonido era bastante mala, y cuando el tocadiscos reproducía varias veces el vinilo, sonaban diferentes grabaciones aparentemente al azar.
Y sin duda para la época los vinilos representaron una especie de obra de arte, debido a la gran superficie sobre la que se podían imprimir los gráficos, además de ser fabricados en formas y colores inusuales.
Este tipo de detalles que al inicio fueron pasados por alto frente a todas las cualidades que mostraban, se volvieron invisibles con la llegada del siguiente formato.
La llegada del Casette y el Walkman
Con la llegada de los casettes en la década de los 80 las cosas comenzaron a cambiar, porque, aunque los vinilos tenían mejor calidad sonora, los casetes eran mucho más prácticos y portátiles.
Pese a todo los vinilos y los tocadiscos se mantuvieron pues se habían convertido en instrumentos muy precisos. No había duda los tocadiscos también tenían detalles que necesitaban arreglarse y que finalmente terminaron siendo desventajas a los ojos de sus usuarios.
Aunque la mayoría de las personas se deshicieron de su viejo tocadiscos, una minoría melómana que le rinde culto a la calidad sonora de los tocadiscos los siguieron conservando.
Y es que su uso representa todo un ritual musical de grandes discos de vinilo con portadas en la mayoría de los casos increíbles, completando así la pieza de arte.
Los tocadiscos también se mantuvieron vigentes en gran parte por los DJ, que usan su variación de tornamesa para mezclar música en vivo.
Poco a poco los tocadiscos dejaron de estar vigentes, hasta que un día fueron arrumbados a un rincón de los hogares y remplazados por estéreos con reproducción de casetes y CDs.
¿Recuerdas aquellos walkmans en los que se introducían los cassettes para reproducir música? Los primeros walkmans fueron lanzados al mercado a finales de la década de los setenta del siglo pasado. Un aparato ligero y fácil de llevar a cualquier parte, que acompañó las horas de música de muchos jóvenes en los años 80 y 90.
La propuesta del CD
Sin embargo, fue a partir de esta última década cuando comenzaron a surgir los primeros reproductores de CD. Un pequeño disco compacto con una calidad superior a la del vinilo y con el que se podían obtener numerosas ventajas con respecto a éste, un modelo que aún continúa funcionando. Además, presentaban música comprimida y digitalizada, para muchos con menos calidad que los vinilos.
Aun así, el tocadiscos seguía siendo un elemento común de los equipos de música para el hogar incluso después de la introducción de los casettes o CDs.
El alcance del MP3 y el Streaming
Un poco más tarde, los melómanos empezaron a tener la oportunidad de disfrutar de la extensión MP3, un formato de audio digital cuya principal ventaja era poder comprimir el volumen de música. Es por eso que hoy en día sigue estando en plena vigencia el poder descargar música MP3.
Desde los CD’s y la colección de vinilos, la música ha evolucionado hasta llegar a lo puramente digital. En la actualidad, hay soportes y reproductores para todo tipo de usuarios. Desde las torres de sonido hasta las minicadenas y microcadenas, pasando por las barras de sonido, los altavoces inteligentes, los reproductores MP4, hasta los celulares.
Tal y como puede verse, la evolución de los reproductores de música ha sido constante. Desde los viejos gramófonos y tocadiscos hasta la música actual, hay una serie de aparatos que han dejado un grato recuerdo entre los aficionados de la música.
Porque, aunque el golpe de los nuevos formatos fue duro, dejando a los vinilos en una caída libre y casi su extinción. Con paso del tiempo demostró que el tocadiscos no estaba muerto… solo andaba de “parranda”.
El regreso
Muchos coinciden que el regreso de los vinilos se debe sin duda a la calidad del sonido, que es uno de los activos principales de estos productos. Algo que no está al alcance de todos los oídos sino al de los más puristas. Aunque lo cierto es que cualquiera podría asegurar sensaciones muy diferentes ante el sonido de un vinilo en un tocadiscos.
Y por si fuera poco, la rutina y el proceso de poner un disco también tiene algo diferente a pulsar un par de botones en un reproductor MP3 o de colocar un CD en un lector. Un proceso que lleva a elegir el disco, sacarlo de su funda y empezar a disfrutar de su sonido tan característico.
Hoy muchos artistas conocedores siguen apostando por grabar sus álbumes en discos de vinilo a la vez que lo hacen en formato CD y Mp3.
Hoy ya existen algunas marcas que ofrecen tocadiscos con distintas entradas, entre ellas USB, para poder transformar la música de los vinilos a formato digital.
En una palabra, el tocadiscos moderno conserva su lugar preferente en el mundo del audio de consumo, utilizando la funcionalidad probada perfeccionada en los últimos años, manteniendo el ritmo de las innovaciones de rápido movimiento de hoy en día.